miércoles, 20 de abril de 2011

la vivienda por fin tiene un plan...

Es una pena que para dar salida al desmadre productivo de la construcción ahora se promueva la conservación. A buenas horas, mangas verdes, aunque aplicando refranes, no hay mal que por bien no venga.













Tras unos desafortunados primeros intentos de este "plan de vivienda" en el centro histórico (plan 2006-2010) en que llegamos a ver subvenciones en obras que no llevaban ni diez años en pie, por fin ha llegado a edificios cargados de historia y valor arquitectónico. Y por fin se valora la restauración estructural, del interior del edificio, su habitabilidad.


Hace unas décadas (en los años 90) sufrimos un gusto por adecentar fachadas, cuando el interior estaba más que deshabitado y en progresivo deterioro. Sólo tenemos que ver el desierto de la calle Monzón o de Joaquín Costa. Se pintó hasta la última fachada y en cada interior se cebaba la humedad, la decadencia y la soledad.





Me gustaría hacer un inciso. Muchas veces por la falta de inversión de sus propietarios y por su dejadez, sólo les queda alquilar esas viviendas a un mercado reservado a inmigrantes y a personas con recursos mínimos, lo que acentúa su deterioro. Un pez que se come la cola.


Independiente a este megapublicitado plan de vivienda de la "nueva economía" hay que dar las gracias a los pequeños estudios de arquitectos que apuestan por el mimo en la restauración. Que dan valor a vivir en casas llenas de vida y con personalidad, con alma. Casas de madera y ladrillo, casas de vivos colores...

Ahora podemos ver ejemplos del sector de la construcción bien entendida. Ejemplos que esperemos, por un largo tiempo, dejen atrás el ladrillazo con el que han golpeado la historia y el pasado.














Foto 1: Balcones curvos del edificio de estilo racionalista en la calle General Ricardos número 34.
Foto 2: Nuevo alero en ladrillo del edificio del paseo del Coso número 24, cuya fachada ha sido tomada últimamente por aparatos de aire acondicionado.
Foto 3: Dos edificios en calle Argensola, en primer término y con el cartel del plan de vivienda, uno de los últimos restaurados conservando la fachada y balcones de forja.