Hay dos detalles en la actitud de los turistas que, por habituales, me sorprenden. Uno es cuando entran en la iglesia de San Francisco de Asís: abren la puerta, dan un vistazo general pero no entran, no investigan las capillas y menos las que más valor tienen (las más escondidas): se quedan con una visión general. El otro detalle es que ese arte les pasa desapercibido porque no lo ven o porque se lo escondemos.
Un ejemplo de esto último es la fuente de San Francisco, junto a la Iglesia. Una de las mejores de Aragón y otra más que agoniza con la enfermedad de la piedra. Sí, ha pasado alguna restauración, pero se olvidaron de restablecer algunas piedras... y el mal la está deshaciendo convirtiendo lo que fue tierra compacta, piedra, en sólo tierra... Además una higuera nace de sus grietas, se abre paso, revienta su débil estructura.

Ahora nos encontramos ocultando dicha fuente. Dando una imagen de dejadez por la higuera que comenté y porque las plantas que la rodean necesitan mucho mantenimiento y cuidado, que no tienen, y la limpieza escasea... y el drenaje falla (faltaría un buen sumidero)... y la iluminación monumental brilla por su ausencia...
Ausencia como parece tener la fuente de San Francisco para muchos...